La edad media fue un periodo de "fermentación" en lo que a jardinería se refiere, llegando a un conocimiento amplio del cultivo de vegetales, alimenticios, medicinales, etc.. en castillos y monasterios.
El ejemplo más claro estaría en los Monasterios que fueron creando las distintas órdenes religiosas y que pronto se convirtieron en lugares de concentración y preservación del legado cultura de la Antigüedad. Dedicaron parte de su tiempo a la creación y cultivo de jardines; así como a la conservación y recuperación de los conocimientos preexistentes sobre el tema. Tuvieron que asumir su propio abastecimiento convirtiéndose en centros autárquicos capaces de producir los productos agrícolas necesarios para la alimentación de sus miembros. En consecuencia, se crearon varios tipos de espacios de contenido vegetal. El plano del monasterio benedictino de Saint Gall (720) nos permite apreciar esto al poder distinguir en él varios espacios ajardinados, y aunque ninguno de ellos tuviera en esencia el mismo sentido que hoy día le damos al jardín como tal; sí podemos hablar de espacios dedicados al cultivo de plantas con distintas finalidades: el claustro (4) elemento básico del monasterio, cuadrangular y posiblemente derivado del antiguo atrio romano es un espacio dedicado a la oración, el reposo y la meditación al que, en ocasiones, se da un tratamiento ajardinado, como puede apreciarse en el de Fontenay en Borgoña (Fig. 4); un huerto (6); un herbolario (9) situado junto a la casa del medico y la farmacia; un cementerio (7) en el que sin duda existían árboles y plantas.
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