El jardín barroco:
Escenario del poder y visión de la naturaleza.
En un clima en el que aún están presentes la idea de indiferenciación entre arte y naturaleza, la visión mágica del universo -inspirada en ideas neoplatónicas y cultivada por la cultura hermética del siglo XVI- y el carácter lúdico del Manierismo, surge en la Europa del siglo XVII una concepción renovada del mundo que se manifiesta en el desarrollo del teatro como expresión ilusionista de lo sobrenatural y, con especial plenitud, en el jardín barroco francés. Desde esta nueva perspectiva se promueven la apreciación científica y el carácter solemne del universo a través de la vindicación del poder del artificio sobre la naturaleza, esto es, del poder de la razón y del orden sobre lo aparentemente irracional y desordenado.
Escenario del poder y visión de la naturaleza.
En un clima en el que aún están presentes la idea de indiferenciación entre arte y naturaleza, la visión mágica del universo -inspirada en ideas neoplatónicas y cultivada por la cultura hermética del siglo XVI- y el carácter lúdico del Manierismo, surge en la Europa del siglo XVII una concepción renovada del mundo que se manifiesta en el desarrollo del teatro como expresión ilusionista de lo sobrenatural y, con especial plenitud, en el jardín barroco francés. Desde esta nueva perspectiva se promueven la apreciación científica y el carácter solemne del universo a través de la vindicación del poder del artificio sobre la naturaleza, esto es, del poder de la razón y del orden sobre lo aparentemente irracional y desordenado.
Es posible asumir al jardín barroco francés como símbolo perfecto del poder absolutista. En este ámbito se reformula la relación del jardín con el poder político pues, abandonada la tendencia manierista a lo laberíntico y al naturalismo complaciente, los parques palaciegos franceses dejan de ser escenario de galantes aventuras, agradables paseos y retiro cortesano para transformarse en espacios para la contemplación y la realización de fiestas que tienen como objetivo, más que divertir a través de juegos sofisticados, impresionar a los invitados con el ostentoso ambiente, reflejo directo del poder real.
Las mascaradas y demás representaciones teatrales juegan un papel fundamental en la impresión del público; de allí que se establezcan escenarios fijos dentro de los jardines barrocos (que tiempo después son sustituidos por teatros cerrados a los que se asocian las cortes en busca de innovadores efectos lumínicos). En general, durante esta época, movido por las mismas ideas de la retórica y el espectáculo, el arte de la jardinería mantiene una relación tan estrecha con al arte escénico que resulta directamente enriquecido por elementos propios del montaje teatral, tales como las perspectivas pintadas y los arcos de triunfo.
El diseño arquitectónico propiamente dicho, sobre todo en los jardines de André Le Nôtre -los del Palacio de Versalles y los del Castillo Vaux-le-Vicomte- muestra claramente cómo, a través de la subordinación de la naturaleza al artificio, el espacio se transforma en imagen del poder de la razón y, más específicamente, de la omnipotencia monárquica.
En este sentido, la geometría implacable en la organización de los elementos del jardín es verdaderamente reveladora. Aguas, plantas y objetos de especial importancia -como estatuas- se distribuyen en función de la armonía -volumétrica y cromática- y unificación de un plano visual concebido de acuerdo a la perspectiva se tiene desde el punto central reservado para el palacio. De esta manera, los jardines se convierten en la expresión de un mundo cuyo espacio privilegiado está ocupado por la monarquía, cuyo orden -contrapuesto al desorden exterior de la forma azarosa de la naturaleza- está dictaminado por ella, y sobre el cual el rey tiene completa visibilidad, metáfora del dominio absoluto.
En la empresa de la subordinación de la naturaleza a la ciencia, es importante el recurso de la perspectiva ya que, provee la unificación visual del jardín, permite jerarquizar los elementos dentro del espacio de acuerdo a su cercanía con el eje central; crear un orden aún más detallado dentro del universo, ofrecer una visión más precisa del nivel jerárquico del rey y los miembros de la corte con respecto al resto de la sociedad. La perspectiva colabora al simbolismo del jardín en tanto crea la ilusión de infinitud de su terreno que, desprovisto de elementos demarcadores de fronteras, representa así el poder ilimitado de monarca.
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